He tenido la suerte de que un amigo me dejara su flamante adquisición, y sí, he engañado un poco a mi querída Gsxr con una imponente y miniaturizada Aprilia RSV4 2015. Y os vengo a contar un poco qué tal.
La moto es ENANA y preciosa a partes iguales. Una vez empiezas a andar con ella, tiene una primera suuuuper larga y la agilidad reluce antes incluso de poder desembragar por completo. Tiene un escape de no sé qué marca, poco conocida, del que salía música celestial. Tiene no sé cuantas posibilidades de ajustes electrónicos, de anticaballito, control de tracción, sensibilidad del abs, etc... la verdad, yo no sé ni en qué iba. El cambio semiautomático funciona de maravilla, empalmando marchas que da gusto. La tracción al salir de las curvas también me ha llamado mucho la atención, como la potencia del motor (no es para menos). Pero lo que más me ha llamado la atención es la sensación que la moto te transmite de tener el límite increíblemente lejos, y eso te lo empieza demostrando con una agilidad propia de una 49. La metes en la curva con la más mínima insinuación, y esa facilidad no se refleja en inestabilidad a alta velocidad, al contrario. Muy juguetona, y demasiado fácil para tener 200cv. Un verdadero regalito y juguetito para, donde sólo debería moverse, en circuito.
Y es aquí donde voy. Sigo sin entender por más que lo pienso, la utilidad de 200cv para estas carreteras de mierda. Es una moto que yo calificaría incluso de traicionera, porque sientes que el límite está tannnnn lejos, y la moto sólo te pide gas, y más gas, y másssss gas, que puedes pegar una considerable hostia. Es una moto hecha por y para circuito, y sin ningún sentido para nuestras calles. Esa posición tan racing, muy tumbado sobre el depósito, que paradójicamente resulta algo cómoda. Ya es una auténtica bomba en manos de alguien con la cabeza más o menos sentada, no me quiero imaginar en manos del chaval de turno que acaba de sacarse el A, sí, con 20 y 21 insultantes años, y con el gas inversamente proporcional a la sensatez.
En resumen, me gustaría transmitir que son motos de muuuuucho cuidado, y que el afortunado o afortunada que la tenga, por favor, que se vaya a un circuito con ella y la disfrute de verdad, que se entere de verdad el maquinón que tiene entre las piernas bajo un entorno, comparado con nuestras carreteras asquerosas, nulo en riesgos.