Aprovecho la invitación y, como he disfrutado leyéndome todas las intervenciones de este tema, voy a colaborar con mi corta y tranquila historia motera.
Resulta que de renacuajo veía de vez en cuando llegar al barrio, montado en su Ossa, al hermano de una vecina. La moto casi no la recuerdo, la sensación de verla... no se me olvidará nunca, y me entró el gusanillo. Por circunstancias que no interesan, tuve que esperar hasta los 27 años para comprar mi primera moto, una Yamaha SR special de cuarta mano con la que me saqué el carnet (la escogí porque era el modelo utilizado por las autoescuelas) y pasé los 2 años de limitación. Era muy manejable y bonita, pero en cuestas no superaba los 70 km/h, con lo que en las carreteras comarcales "estorbaba" a los coches y me adelantaban casi rozándome. Harto de pasar miedo entre el tráfico la cambié justo acabada la limitación del carnet. Elegí una Suzuki gs500: bonita, práctica, divertida, con fama de indestructible... la compré nueva porque iba a ser mi moto para siempre. Pero ningún "para siempre" dura tanto, y los 4 años que la tuve estuvo más tiempo en el taller que en la carretera, y por el bien de mi bolsillo tuve que aprender a hacérselo todo yo mismo (mantenimiento, reparaciones y mejoras).
No necesitaba más moto (soy tranquilo conduciendo), pero quería una máquina en la que pudiera confiar si decidía ir al fin del mundo, y se me cruzó mi actual bandit, con 4 años, 20.000 km, y a menos de la mitad de lo que costaba nueva. Preciosa, más cómoda, potente, suave y segura que la gs500, infinitamente más fiable (jamás me ha dejado tirado y sólo pide mantenimiento), ésta sí es en muchos sentidos "mi moto". Y ya llevamos juntos 15 años recorriendo concentraciones, festivales, rutas domingueras con peñas, escapadas solitarias para perderme (literalmente) varios días, y todas esas experiencias que nos hacen vibrar a quienes compartimos esta pasión.