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  1. ¡¡VayaVayaVaya…!! Veo que has aprovechado bien el tiempo en estos cientos de horas que me he ausentado. No te lo tomo en cuenta Joiodió. Quizás me lo merezca (aunque no creo, ¡soy la mar de majo!). Veamos que puedo hacer para recuperar el dominio de este hilo… Así pues… ACTUALIZACIÓN a 14 de abril de 2.023. A pesar de la legítima intención de instalar un regulador chino de manera temporal, “de prueba”, lo cierto es que ahí sigue, regulando y rectificando. De momento no lo cambiaré. Pero si falla, que supongo que lo hará a la vista de lo acontecido a Joiodió, será sustituido por uno más fiable, si mi contable me lo permite. Es cierto que pensé (inspirado en un oportuno video visto en Youtube) ponerlo en un lugar más ventilado. También compré un ventilador de ordenador para que funcione mientras la moto esté encendida. Pero ni lo uno, ni lo otro (Tengo que revisar lo de cumplir mis expectativas). Si finalmente lo monto, os lo comunicaré vía este hilo. Mientras tanto, el filtro bien y los puños también. Pero eso era lo esperable, así que paso a otro punto. La careta. Sí. Finalmente la pinté. Lamentablemente no tengo foto. Para la próxima (o a lo mejor edito más tarde). Pero estoy orgulloso del resultado. A la altura de mi ineficacia. Si bien podía haber quedado mucho peor, he obtenido un resultado entre malo y nefasto, con ligeros aromas de chapucero. Me remito a las futuras fotos. Ya lanzado aproveché para reconstruir con fibra de vidrio uno de los cuernos que soportan la cúpula, al que le faltaba un trozo. No fue mal la cosa, pero no soy muy fino, la verdad. Repasé con masilla, aunque después de pintar, al fijar el plástico transparente se ha resquebrajado un poco. Creo que la masilla no debe soportar bien la torsión. La pintura que use fue negro brillo, hice una línea recta adaptada, más o menos, el diseño de la careta. No me creía capaz de encontrar el color gris, con el metalizado que lleva originalmente. La traducción del manual sigue ejecutándose con intervalos de mayor y menor eficacia. Y la instalación del cargador USB es ya un hecho. Si amigos. Ha quedado instalado. Lo que pasa es que, como tiene interruptor de encendido lo he conectado directamente a la batería (con un fusible por ahí, entre medias). No era lo que quería, pero a cambio a sido sencillo. ¿Que si me voy a quedar tirado por ahí sin batería algún día? Pues no lo descarto. Y es que este cargador era el paso necesario para poder poner un GPS en la moto. No era una prioridad, ya que siempre suelo salir un poco a la aventura. Sin embargo, a principios de mes quedé con un grupo para salir a hacer una ruta y el punto de reunión era absolutamente desconocido para mí. Suerte que otro compañero vive cerca y me guió. Me guió con su GPS, instalado en su moto y conectado a su toma de corriente UBS manufacturada. Fue la señal. A la vuelta de la ruta abrí el garaje y empecé a sacar cables, destornilladores, sierra, soldador, dremel, dinamita… y me puse manos a la obra. Dicho esto. Valgan estas líneas para quitarme el sombrero ante el ínclito Joiodió de Graná. Desde hoy elevado a los altares de la oratoria pedanto-medievalista. Es un honor tener semejante talento en este hilo. Y el dibujo también, grande, muy grande. Y, si la moto de tu hija no ha saltado por los aires aún, posiblemente no lo haga ya. Pero vamos que no te fíes de mis bienaventuranzas. Tienen nula base científica. Mejor dinos tú cómo evoluciona. Como dije a mi me tuvo muy entretenido el simple hecho de comprobar si era ese elemento el que fallaba. También me distrajo mucho encontrar uno igual. ¡Que bien que controles de electrónica y te hayas arrancado a poner uno “gordo” a la Marauder! ¿De sacar los manguitos con aire comprimido, dices? Tengo un compresor en casa, pero supongo que lo podrás hacer en una gasolinera. Le he puesto a la pistola una boquilla larga. Es un tubo de unos 15 cm. Me parece mas manejable que el que trae, uno corto. Solo hay que meter el extremo tras el labio del puño e intentar dirigir el aire entre la caña del manillar y la goma de la empuñadura. También está la opción, si el puño está recortado por tener contrapesos (o recortarlo para esta ocasión), de insuflar el aire directamente por el extremo exterior, levantando un poco la goma. Con el aire se crea una fina separación que te permite extraer la goma con mucha facilidad, igual que volverla a instalar. Espero que todos estéis bien y que, ahora que empieza el buen tiempo, disfrutéis mucho (más) de vuestras salidas moteras. Yo, por mi parte prometo hacerlo así. Seguiré contando.
  2. Aquí estoy otra vez. Me siento un poco furtivo en este foro ahora que no calzo Suzuki, pero pasé tan buenos momentos aquí, junto a “Vetusta”, que me resisto a dejaros. Así que, mientras nadie me pida que abandone, me gustaría seguir contando mis “historias de la mili”. CAPITULO 1. “RECTIFICADOR/REGULADOR” El laboratorio secreto del Dr, 54DK1 era, por aquellos días, un galimatías de cables, tubos, aparatos eléctricos y endemoniados artilugios de utilidad insospechada. Sobre la mesa de trabajo yacía la acanalada silueta del regulador que en otro momento estuvo unido a la motocicleta. La extracción no fue fácil. Esos condenados conectores se encuentran escondidos tras el chasis, en lugares de acceso prácticamente imposible. Además, para desconectarlos hay que presionar una pestaña, mientras se tira hacia atrás y se cantan himnos satánicos a la luz de la luna llena. Pero finalmente salió. El doctor realizó varias pruebas de diagnóstico con la tecnología mas moderna que la fantasía pueda alguna vez imaginar: Un multímetro de aliexpres que costó 3,50 con viaje desde el país de la Gran Muralla incluido. Los resultados fueron demoledores. El dispositivo se encontraba deteriorado. Más por probar que por sustituir la pieza que, si fuera original de la marca vendría acompañada de un suculento bocado de 360 euros a la cuenta corriente, 54DK1 pidió una versión apócrifa de la misma, es decir 23,99. La pieza debía estar también en el país de los dragones porque tardó en llegar una eternidad. Pero finalmente, un amable delivery la entrego en un sobre de cartón. La pieza pasó la batería de pruebas y, al menos en el plano teórico, estaba en perfecto estado. Resiliente descansaba junto al doctor. Éste volvió a insertar la batería en su zócalo, conectó los bornes y tras unos contorsionísticos movimientos de dedos emparejó los conectores de regulador. Al instante introdujo la llave en el bombín, giró y la moto activó sus sistemas. Conectó el polímetro a la batería para ver el voltaje de entrada y pulso “Start”. Y ahí estaba, 13,8V. constantes. Algo más al subir a 5.000rpm. pero siempre en rango. Para la instalación definitiva, y gracias a la tacañería de los secuaces de Xi Jinping, que habían reducido la longitud del cable a la mitad, tuvo que andar haciendo empalmes, poniendo estaño y aplicando fundas termoretráctiles para conseguir dejar cada cosa en su sitio. Pero lo hizo, y muy bien hecho, oiga. Doc recogió sus instrumentos y contento se fue a la cama, no sin antes lavarse las manos, que siempre se llenan grasa y otras zurraspas cuando uno anda enredando con la mecánica. CAPÍTULO 2. FILTRO DE AIRE. Es muy adictivo coger un destornillador, o una llave y hacerle algún mantenimiento a la moto. Al menos para mí. Aprovechando los tiempos muertos del cambio de regulador, pedí un filtro del aire para la CBR, ya que, además, había levantado el depósito (el filtro va justo debajo). Llegó antes que el propio regulador, así que en un abrir y cerra de ojos lo cambié por el que la moto traía. Ese estaba sucio y renegrido. Este, nuevo y deslumbrante. No hay más que contar. Lo que es, es. Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para el flujo de aire. CAPÍTULO 3. PUÑOS NUEVOS. ¡¡MAZINGUER, Puños fuera!! Pues sí. Con un poco de aire comprimido, saque los antiguos puños de goma que estaban bastante duros, pero, sobre todo, recortados a bocados. Es cierto, el anterior propietario había instalado unos puños y había realizado, él mismo, los orificios para los contrapesos. Recortar no era lo suyo. Así que yo, para evitar que me puedan llamar cutre, compré unos con el orificio ya hecho. Son los más básico. La marca es Puig, porque quería alguna garantía de que el puño no se me aflojase mientras voy conduciendo. Nivel de dureza, semi-blandos. Fue coser y cantar. Aire comprimido para quitar, aire comprimido para poner. Punto. CAPÍTULO 4. CARETA Mi más profundo respeto por los pintores de carrocerías. Por lo que a mi respecta son consagrados artistas como el que más. Dicho esto, lo asumo. Me siento absolutamente incapaz de pintar yo mismo la careta de la moto. Me va a quedar estilo churrigueresco como mínimo. Por este motivo, tras grandes deliberaciones conmigo mismo, desisto de este propósito. A partir de ahora cavilaré como poner algún aironfix o un vinilo, discreto, un reborde, por ejemplo, que disimule lo mas gordo y punto pelota. Quizás sí me decida a hacer algunas pruebas y prácticas, porque es un tema que me llama mucho la atención, pero serán sobre materiales de desecho que no pueda destrozar. DECLARACIÓN DE INTENCIONES. Ahora mismo tengo iniciado un proyecto semi-mecánico. ¿Semi-mecánico? Sí, semi-mecánico. Así, como el que no quiere la cosa me he puesto a traducir el manual de taller de la CBR F4i (la mía, claro). Lo encontré por internet y me he dicho ¿Por qué no? Voy más o menos por la mitad. Y, aunque en inglés (idioma original de manual) lo puedo entender, me resulta más fluido y fiable consultar en español. Esta traducción tiene una pega. Me falta vocabulario técnico. Hay determinadas piezas o elementos o descripciones que no tengo muy claro cual es su traducción al “español de taller”. Pero ya lidiaremos en esas plazas. Y otra cosa que tengo entre manos es poner un cargador USB que tengo comprado desde hace mucho. Lo tengo muerto de risa por que no encuentro un lugar apropiado para colocarlo, pero sobre todo porque quiero instalarlo en cables (y cito a youtube) “bajo llave”. Es decir, terminales que no tengan corriente de la batería cuando la moto este sin contacto. Para ello, he intentado revisar el esquema del cuadro eléctrico. Solo intentarlo me ha producido esguince de amígdala y desgarros del córtex frontal. Cuando se me pase intentaré de nuevo. De momento el conector sigue guardado en una bolsita de plástico dentro de su embalaje, a salvo de zoquetes como yo.
  3. Buenas. Bonita moto y nuevo color para aprenderse... je, je...
  4. Hola Guillermo. Bienvenido. Y enhorabuena a los propietarios de Intruder, tenéis un problema menos.
  5. Solucionado el problema de las fotos (creo)
  6. @Joiodió, entonces el tratamiento son cervecitas y pinchos de tortilla, pregunta si lo cubre la Seguridad Social. Je, je… @cachorro, he leído sobre el tema y tienes razón. Talón de Aquiles de estas motos. De hecho, he visto un video de alguien que pone el regulador en el frontal, en la boca de tiburón. No ibas tan desencaminado Joiodió. En cuanto a lo de la calidad, no sé como puedo asegurarme. ¿Conoces alguna marca de confianza? En principio me resisto a ir a por el original. Por el precio, claro. O, quizás pueda poner el de amazon a ver si funciona y a lo que dure. Alguien me ha sugerido poner un ventilador de un PC, que también funcionan a 12V y parece fácil de acoplar. ¿Me cargaré otros componentes, como la batería o el alternador, si vuelve a fallar? Y ahora os cuento otro capítulo de “Resiliente”, para ir poniéndome al día. A pesar de que, desde que la compré, todos han sido días de vino y rosas, me han pasado algunas cosillas. Este verano, mientras mi moto estaba aparcada en su sitio habitual, sucedió un desafortunado incidente. ¡Un poste le cayó encima! Fue un golpe terrible que fisuró la careta del carenado. Siendo un amante de las motocicletas, no podía permitir que mi querida moto se quedara así, así que compré un poco de fibra de vidrio y resina epoxi, y comencé a trabajar en la reparación. Fue un verdadero reto, pero desmonté todo y reparé el carenado por dentro. Quedó muy firme, tanto que me sorprendí de mis habilidades mecánicas. Aunque, tengo que admitir que la grieta sigue siendo visible en el exterior, pero no sé cómo taparla. El problema es que la pintura original tiene un efecto metalizado que no creo que se pueda aplicar directamente con un spray (y en pintura es lo máximo a lo que aspiro). Desafortunadamente, los carenados originales son de oro y platino, pero como no tengo un Marajá de Capuntala que me lo compre, ahí se quedarán. Por lo menos, mi moto sigue en perfecto estado de funcionamiento (regulador aparte), aunque con una pequeña cicatriz que recuerda el incidente. Aquí os dejo unas fotillos para que veáis mi trabajo de reparación. ¡No está mal para alguien que se considera novato en cuestiones de mecánica y pintura! Bueno. aquí lo dejo. Por cierto, el texto escrito en azul lo he generado con una inteligencia artificial. No lo volveré a hacer, pero, ¡Que locura! ¿no?
  7. ¡Vaya Joiodió! ¡Suena tremenda esa avería! Espero que estés recuperado al 100%. Al menos se te ve zascandileando por ahí, eso es que ya has pasado la ITV. En cuanto a lo de montar en invierno, no es por falta de ganas de salir, es que soy friolero (y un poco huevón con las carreteras mojadas/heladas). Y, mi religión me prohíbe mojarme en moto. Ya me mojaba de joven y no me hacía ni pizca de gracia. Pero entonces había que derrochar testosterona. Ahora me veo más sosegado. Este fin de semana, que dan buen tiempo, se están desvaneciendo las expectativas de dar una vuelta. Onomásticas familiares. Como sabéis, la unidad de medida de envidia es el “Lt” (LongTooth – Dientelargo en castellano). Ahora mismo me he puesto en envidiometro debajo del brazo y marca 39,8 Lt y subiendo. ¡¡¡Se os ve tan contentos en moto, a pesar del frio y la nieve!!! Espero poder escaparme, aunque sea a por el pan, y bajar un poco la fiebre mañana o pasado. Y, en cuestiones de mecánica. Creo que voy a comprar un regulador de amazon que cuesta 25 pavos y sustituirlo directamente. El original cuesta 350 levros, así que me imagino que será mejor, pero ¡que queréis que os diga! Es un dineral, en comparación. El que he visto lo anuncian compatible con mi moto. ¡ya veremos!
  8. Pues este fin de semana promete ser un gran día para salir en moto (al menos en mi zona). Previsiones soleadas y hasta 17 grados de vellón. ¡Habrá que salir! Y ahora, el cuento de la batería. Había una vez un personaje (llamémosle 54DK1) que después de ciertas vicisitudes, volvió a montar en moto. No en su añorada “Vetusta”, pero sí en su anhelada “Resiliente”. Y así era feliz hasta que cierto día el invierno se cernió sobre la comarca y sobre el país entero. Frio, viento y lluvia hicieron que nuestro protagonista aparcara su montura hasta que amainara. Un buen día el personaje salió de su casa y entró en el garaje. Allí, sobre su caballete central y cubierta con una tela protectora, estaba su moto. ¡Como no iba a estarlo, él mismo la dejó ahí! El caso es que sacó de su bolsillo derecho la llave (siempre guardaba las llaves del vehículo en el bolsillo derecho. ¿Costumbre, paranoia…?). Con la intención de hacerla funcionar un ratito, la introdujo en el contacto y giró. La electrónica hizo su magia y las luces y agujas del cuadro comenzaron a moverse en una ensayada coreografía, ya conocida por el protagonista. Solo entonces puso su dedo pulgar sobre el botón amarillo del arranque, respiró y presionó. La leyenda dice que la moto lo intento, pero de sus fríos pulmones solo salió un ronco gangueo y después un seco clanck. Y ya nada. El invierno, con su aterrador látigo de frio y soledad, había golpeado a “resiliente” en lo más profundo de su alma. Por suerte, el doctor 54DK1 estaba prevenido. Muchas habían sido las horas que había pasado a corazón abierto delante de “Vetus”. Se hizo por aquél entonces con un cargador de baterías que mantenía viva la chispa de la oxidada motocicleta. Así pues, acudió a la caja donde guardaba el artefacto. Mas, como muchas otras veces, los traviesos diablillos del destino le tenían preparada una cruel broma. El cargador estaba en su sitio, pero los cables no. Si tenía que dejar cargando la batería necesitaría unas pinzas y los cables del cargador, con sus pinzas, no estaban. Era difícil adaptar otro cable ya que el original tenía un conector específico. Pero había otra solución. “Vetusta” había dejado en herencia su propia batería. Y estaba cargada. Solo tenía que conectar una batería con otra y arrancar la moto. Después, “Resiliente”, como el ave Fénix cargaría su propia batería. 54DK1 abrió la puerta del armario donde almacenaba ese tipo de cosas y cogió la batería. Después tomó unos cables para hacer el contacto. En el centro del garaje se encontraba la moto con electroencefalograma plano. Sobre su depósito se soportaba la antigua batería de la Suzuki. La trasfusión estaba preparada con sus cables rojo y negro. De nuevo giró la llave. La poca vida que le quedaba dio para el chequeo de sistemas. Luces y agujas danzaron con torpeza. Botón amarillo. Nada ocurrió. Nuevo intento. Nada. De repente una ola súbita calor invadió el pecho de nuestro personaje. Una onda expansiva recorrió cada punto de su cuerpo hasta las extremidades y ruborizó su cara. Un grito se ahogó en su garganta mientras confirmaba que, ciertamente, había conectado los cables al revés. Positivo con negativo y negativo con positivo. Cerró los ojos pidiendo perdón a los dioses por su estulticia. Después se obligo a recuperar la presencia de espíritu. Miró de nuevo el estropicio y desconectó los cables. Acto seguido los conectó correctamente. Pulsó el botón y la moto arrancó. Contento quitó los cables y recogió la batería y el resto de material. La moto estuvo diez o quince minutos a ralentí hasta calentarse. Funcionó perfectamente. Después apagó y se fue a su casa aliviado de no haber roto nada. La semana siguiente hizo un bonito día y se decidió salir a dar una vuelta. La moto arrancó y ambos se fueron a conocer mundo. En el recorrido pararon en una gasolinera a repostar. A la hora de arrancar la batería dio muestras de venirse abajo, pero finalmente encendió. Sin embargo, los diablillos acompañaban al aventurero sin él saberlo. Al pasar por una población cercana se organizó un pequeño atasco. El continuo tirar de embrague provocó cierta fatiga en los tendones de la muñeca izquierda del piloto y en una de las salidas caló la moto. Nuevamente pulsó el botón amarillo. “Resiliente” no pudo arrancar esta vez. Como la calle no estaba en pendiente no podía dar un tirón en segunda velocidad. Finalmente empujó por aquí y por allá y… rooommm. 54DK1 volvió finalmente a casa. Allí comprobó la batería con un tester y estaba baja. Lógico. En esa gran enciclopedia que todos llevamos en nuestros teléfonos inteligentes, estuvo buscando información. Entonces, según alguien recomendaba, comprobó el voltaje mientras la moto estaba encendida. La medida fue 17-18V. Demasiados (¿no?). Desde entonces nuestro protagonista se pregunta con remordimiento si dañó el regulador. Y si debiera cambiarlo. Y si debiera poner el original, que cuesta trescientos maravedíes o si pudiera poner uno genérico con cierta confianza. O si se ha podido dañar otra parte del sistema de carga. O si hacer más pruebas por si hay alguna derivación u otro inconveniente. Y colorín, colorado, hasta aquí hemos llegado.
  9. ¡¡Que envidia!! Y que bueno librar entre semana.
  10. Queridos todos. Os pido disculpas por este larguísimo periodo de desconexión. Os podría poner mil excusas, pero la única realidad es que no me encontraba lo suficientemente animado para poner a funcionar el cerebro. Sin embargo, hoy me he dicho, voy a asomar el “güito” por aquí. Los días de invierno (al menos para mí) no son los más deseables para andar en moto, pero hemos tenido fines de semana muy soleados y he aprovechado todo lo que he podido. Mi última ruta ha sido a Torre de Esteban Hambrán, hace dos fines de semana. 120Km (ida y vuelta) de deliciosas carreteras solitarias, cosa difícil en esta época de invasión ciclista. Vivo cerca de “la cruz verde” y me da tanta penita ver moteros en fila (yo incluido), a ritmo de pedaleo en esos atascos domingueros. Y, además, por esas carreteras donde, misteriosa y sibilinamente, van desapareciendo las zonas de adelantamiento, dejando paso a unas bien lustrosas líneas continuas. Para la ruta que os digo estrené mi flamante y nuevo sistema de auriculares bluetooth para que el GPS me fuera indicando. Me compré esos por que no sobresalen fuera del casco. Como aún no tengo claro que los intercomunicadores sean legales o no (ni cuales), ni tengo con quien comunicarme… Pues una maravilla, oye. La autonomía me asustó. Casi diez minutos de estridente sonido a lata oxidada. Reconozco que puse un poco de musiquita para exprimir más el invento, aunque en realidad no soy muy de ir escuchando música. Supongo que los más avezados estaréis sospechando donde los compré, pero para no hacer publicidad desleal no pronunciaré la palabra Aliexpress. Pero, ya esta bien de hablar de mí. ¿Vosotros que tal? ¡Espero que todos bien! A ver si retomo esta terapéutica costumbre de “rajar” por el foro y os voy contando más cositas, como mi pequeño problema de carga de batería que creo que yo mismo he provocado. Pero eso será otro día.
  11. 54DK1

    PRESENTACIÓN

    ¡Preciosa! Enhorabuena y bienvenido.
  12. ¡Que ilusión! Pues, a dormir, que si no pasan de largo...
  13. ¡Bienvenido al que posiblemente sea el mejor foro de motos en la lengua de Cervantes!
  14. Mis queridos. Las vacaciones de verano ’22 han terminado para mí. Vanos han sido los anhelos de prolongarlas, pueriles las oníricas fantasías de vivir en modo turista forever. Han sido unas vacaciones un poco “intermitentes”. Así que al final he podido “motear” unos días sí y otros no. Y los días que he tenido que venir a trabajar entre medias me ha traído Resiliente, que es muy bien mandada. Si le retuerces la oreja derecha va más deprisa, si le aprietas el moflete, más despacio… Espero que vosotros estéis todos bien, que hayáis tenido (o estéis teniendo) también unas buenas vacaciones y que vuestras motos no hayan tenido averías. Aprovecho para contaros un par de cosas. La primera. Seguramente todos lo hacéis de manera similar, pero yo lo he descubierto ahora y estoy muy orgulloso. Se trata de la limpieza de la pantalla del casco, a fin de que no se arañe. Yo hago lo siguiente. Al llegar al trabajo (o a casa) cojo un par de servilletas de secarse las manos en el baño. Las mojo uniformemente, pero sin que goteen, y las coloco sobre la pantalla. Así lo dejo durante varios minutos (a veces horas, por que me olvido, je, je...). Cuando lo quito, los mosquitos e insectos que hayan podido incrustarse se van, en su mayoría, con las servilletas, que tiro a la basura. Después, con un trapo de algodón (trozo de sabana recortado a tirón, como debe ser), aprovechando la humedad de la pantalla, retiro suavemente algún resto que pueda quedar de coleóptero y abrillanto. La pantalla se queda super limpia e hiper transparente, y sin usar ningún químico. La segunda. Voy por la carretera. Me interesa ver que ocurre detrás de mí, así que utilizo los espejos retrovisores. Miro y ¿Qué veo? ¡A mí mismo! Así que hago unas sinuosas contorsiones a modo de poseso exorcizado y me aseguro de que nadie viene detrás de mí. ¿Cómo lo hacéis vosotros, también bailáis? ¿Tenéis unos espejos que sobresalen más que los míos? Los míos son los originales. No estoy gordo, pero puede que, sin saberlo, me hinche como un pez globo cuando me monto en la moto. ¿Es que hay una misteriosa técnica de mirar por el retrovisor, solo para iniciados? He visto separadores de retrovisor (y seguramente acabe comprándolos) pero ¿harán que tiemble la imagen y sea imposible ver nada? Lo acabaré resolviendo porque como soy muy “mirón” de retrovisor me molesta bastante y me produce inseguridad, pero si queréis aportar perspectivas… Y nada más por el momento. Saludos a todos.
  15. No os falta razón. La oferta de movilidad hoy es super diversa. Transporte público, patinetes, bicicletas eléctricas, cochecillos sin carné, Automóvil, etc, etc... Todos hacen competencia a la moto, así que por lógica, la proporción de motos debe disminuir. Además, muchas de estas alternativas son más económicas, ergo, menos moteros. Cuando yo era impúber estaba la bicicleta (de las de hierro y pedales, nada de marchas o motores eléctricos, si acaso esa luz a dinamo que sonaba a turbo cuando le dabas fuerte). Punto. Y de ahí se pasaba a la vespino (mobilette, en mi caso) o similares. Y como decís, en cuanto roscabas el puño, empezabas a soñar con una moto más grande, con marchas... Y luego venía el coche, carné por cortesía de los padres en un intento vano de hacerte olvidar las dos ruedas... Y no había más. ¿Crecerá de nuevo el numero de moteros? Yo creo que, a pesar de la DGT (ya sabéis, ese organismo público, cuyo primer objetivo es recaudar y segundo convencernos de que dejemos de usar vehículos, que te matas de 1000 formas diferentes) SÍ. Es verdad que serán eléctricas, o de hidrógeno o nucleares, eso no lo sé. Pero estoy seguro de que quien por convencimiento, serendipia, obligación, equivocación... se suba a una moto y trace dos curvas quedará contagiado de "motitis galopante". ...o al menos es el consuelo que me queda.
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